lunes, 12 de septiembre de 2011

LA VIDA NO ESPERA

¿Por qué es más fácil criticar y reprochar que expresar aprecio y cariño?

Esta semana Angélica tuvo la tristeza de perder a su padre. También tuvo el privilegio de compartir el velorio y el entierro con todos sus parientes y amigos cercanos.
Un sobrino se le acercó durante la comida luego del entierro, y le dijo: "Angélica, fíjate toda esta gente que se encuentra hoy aquí contigo y que han venido a celebrar la vida de tu padre, él estaría muy contento de tenerlos aquí a todos reunidos." Angélica sonrió débilmente. Si bien apreciaba tener a todos allí se preguntó hacía cuantos años que no había visto a muchos de ellos. Estaban también aquellos que hasta hace poco habían criticado duramente a su papá y jamás le dijeron una palabra cariñosa o de aprecio. Sin embargo, en el velatorio, no dejaron de hablar de cuanto valoraban y querían a su padre. ¿Por qué la familia tuvo que esperar hasta su muerte para reunirse? ¿Por qué esperar hasta que haya una tragedia para expresar afecto y buenos sentimientos? ¿Por qué cuando estamos vivos y sanos no nos esforzamos lo suficiente para compartir con nuestros familiares esos momentos que son tan preciados?
En un velorio recordamos todo aquello que fue la persona, nos acordamos con cariño de sus palabras y acciones, incluso se nos hace gracioso aquello que en su momento le llegamos a reprochar y hasta estamos dispuestos a tolerar todo aquello que nunca le perdonamos cuando vivía. ¡Qué paradoja tan grande que es la vida! Tenernos que esperar a morir, para que nos valoren y nos aprecien. ¿No será un poco tarde para eso? ¿No seria mejor compartir, reír y llorar en vida con nuestros seres queridos? Les invitamos, a que en la próxima reunión familiar comunique sus buenos sentimientos y festejen la vida ya que ésta es un privilegio. Una mesa llena con la familia, donde se habla y se comparte es el mejor almuerzo.



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